Espíritu ha concedido a diferentes miembros de la Iglesia y pondría en entredicho la razón de ser de su propia carta. Debe querer decir que el creyente no tiene necesidad de ninguna doctrina nueva. En el trasfondo de todas estas afirmaciones debemos contemplar a los falsos maestros con sus enseñanzas novedosas. No hay lugar para tales doctrinas —dicen Judas y los apóstoles—, porque en Cristo ya tenemos toda la enseñanza necesaria para la salvación y la vida de piedad. La doctrina cristiana no es
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